¿Sabía que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que las enfermedades cardiovasculares (ECV) se encuentran entre las principales causas de muerte de todo el mundo, siendo responsables del 32 % de todas las muertes o aproximadamente 18 millones de muertes al año? Ese es un número asombroso para un mundo dominado por la tecnología. Una de las formas de salvar vidas es diagnosticar y tratar las ECV en sus etapas iniciales, es decir, marcapasos, desfibriladores automáticos implantables (DAI) y dispositivos de terapia de resincronización cardíaca (TRC).
Aquí es donde Medtronic, una compañía mundial de dispositivos médicos, entra en escena. Los dispositivos implantables de Medtronic están respaldados por un ecosistema de dispositivos ajenos al cuerpo, como monitores remotos y servicios que incluyen programadores adjuntos a los HCP (proveedores de atención médica) y ubicaciones de hospitales. La empresa tiene la misión de desarrollar una sólida gestión del ciclo de vida del producto (PLM) para implementar, mantener y gestionar el retorno de los dispositivos.
Medtronic se unió a Virtusa para cumplir su misión de expandir la participación del paciente de forma eficiente. El papel de Medtronic es reimaginar los procesos y el papel de Virtusa es implementar la optimización del flujo de trabajo a través de la automatización.
La asociación ya ha cosechado éxitos tempranos, incluyendo automatizar dos de los cinco flujos de trabajo identificados, triplicar la participación de los pacientes y reducir la participación de los pacientes de 60 a 14 días.
Aún no se ha acabado la historia
Descargue el informe HFS para obtener más información.